Al seguir a Jesús, buscamos no solo sus palabras, sino también sus caminos. Jesús fue bautizado en agua, completamente sumergido, como una representación física ante Dios y los hombres. Aunque el bautismo y la salvación no son lo mismo, son aliados para abrir una puerta al Reino. Una vez que decidimos seguir a Jesús, el acto simbólico del bautismo es nuestro reconocimiento público de que nuestra vieja vida ha sido lavada y comenzamos una vida completamente nueva, hecha plena y renovada en Cristo Jesús.
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